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Recorriendo el sur de África

Por varias semanas he estado pensando qué debería escribir sobre nuestro safari en el sur de África. Ha sido difícil porque hay muchos recuerdos que aparecen en mi cabeza. Tal vez debería empezar por explicar que desde que estuve en Kenya en 2006, siempre quise volver, así es que esta es una de las partes de nuestro viaje que era más esperada por mí. Por otro lado, Carsten tenía pocas expectativas de África porque solo había venido por negocios hace 15 años atrás.

Partamos por decir que el tipo de cambio nos fue muy favorable y nos permitió quedarnos tres meses en lugar de solo uno y pudimos ver 6 países en lugar de uno como habíamos planeado originalmente. Así es que decidimos arrendar una camioneta con carpa en Sudáfrica y hacer un safari solos como hacen la mayoría de los sudafricanos. Fue una experiencia increíble y la recomendamos absolutamente para los que quieran conocer esta parte de África.

Las primeras dos semanas después de nuestra llegada las pasamos con amigos en las afueras de Durban. Desde ahí partimos en viaje hacia la zona de Drakensberg, rodeamos Lesoto y continuamos hacia el sur, en dirección a la costa, donde hicimos el “Garden Route” entre Port Elizabeth y Cape Town. Pasamos un fin de semana excelente con amigos en De Hoop Nature Reserve y después seguimos hacia el norte camino a Namibia, Botswana y Zimbabwe. Ahí cruzamos a Zambia solamente por el día para ver las cataratas Victoria desde ambos lados. Después de eso seguimos hacia Mana Pools en el norte de Zimbabwe antes de regresar a Sudáfrica a través de la provincia de Limpopo, cruzando el parque Kruger y Swazilandia para regresar a Durban. Carsten manejó 13.500 km en 67 días. Digo Carsten, porque él manejó el 99.9% del tiempo.

Entonces, después de vivir todas esas experiencias, ¿sobre cuales deberíamos escribir? ¿Sobre todos los animales y parques nacionales que recorrimos? Todas las aves que vimos me hicieron pensar qué poca diversidad de aves tenemos en Chile y de paso, entender por qué los sudafricanos son tan fanáticos de la observación de aves (y de comprar los teleobjetivos más grandes que haya visto hasta ahora). O, ¿deberíamos escribir acaso sobre los elefantes y qué buenas madres que son? O tal vez sobre los rinocerontes, que son criaturas mansas y apacibles. Tal vez escribir sobre los sorprendentes tiburones blancos, con los cuales pudimos nadar, y a pesar de llegar casi a los 3.8 mt y verse tan feroces, son animales tranquilos y hermosos.

O quizás deberíamos contarles sobre los paisajes que vimos y como las áreas costeras de Sudáfrica me recordaron a nuestra costa en el Pacífico. Eso, si nuestras aguas tuvieran 10 grados más y fueran todas como Bahía Inglesa. Tal vez deberíamos escribir sobre la costa de Sudáfrica, desde donde se pueden ver ballenas si uno va de visita en agosto. También sobre las casas con techos de paja, que hacían que Carsten pensara que estaba en la isla danesa de Bornholm en vez de África. No debemos olvidar contarles la historia de cuando cruzamos el Kalahari Central en Botswana, con agua tapando el capó del auto y tuvimos suerte de llegar a un campamento sin quedar enterrados en el barro. Si alguna vez han visto un programa de Discovery Channel sobre este parque, lo habrán visto seco y desértico. Nosotros pensamos que veríamos lo mismo, ¡pero es muy diferente en marzo durante la época de lluvias!!

Supongo que lo que más nos llamó la atención en este viaje, aparte de las experiencias mencionadas, fue la gente. Los otros viajeros que conocimos en el camino y los habitantes originarios de África. Los africanos siempre mantienen contacto visual con uno cuando te cruzas con alguno en la calle. Te miran, pero no saben si saludarte o no. Si los saludas, recibirás la sonrisa más grande del mundo de vuelta; lo cual es muy diferente del día a día que vivimos con personas en la calle en Santiago de Chile o en las ciudades de Europa. Los africanos son capaces de acompañarte en el auto a buscar una tienda de biltong (carne tipo charqui; exquisita!) para que puedas comprar lo que necesitas. Además, te invitan a tomar desayuno con ellos cuando estás en su tienda y te están lavando el auto. Ellos te regalan mapas y revistas extras en el puesto fronterizo entre Botswana y Namibia cuando se enteran que eres chilena y ellos nunca han conocido a alguien de Chile antes. Se ríen y bromean contigo, mientras dicen “No crean todo lo que ven en las noticias. Díganle a sus amigos que vengan a Zimbabwe, es un lindo país”. Y realmente lo es. En resumen, los africanos son gente increíble.

Es por eso que pensamos que es muy injusto y desafortunado que las únicas noticias que recibamos de África sean siempre sobre niños desnutridos, poblaciones marginales, gente pobre, genocidios o tráfico de animales. Yo nunca escuché mucho, o nada, de África cuando estaba en el colegio y lo único que sabía de ella, era a través de los documentales de animales que me gustaba ver, soñando que algún día podría verlos en vivo y directo.

En este viaje por el sur de África aprendimos muchas cosas. ¿Sabían ustedes que Sudáfrica tiene 11 idiomas oficiales que la gente usa para comunicarse y trabajar? Zimbabwe tiene 16, Zambia 72, etc, etc, etc. A través de todo África hay alrededor de 2.000 culturas diferentes, las cuales, en la mayoría de los casos, se vieron forzadas a compartir la tierra con otras culturas que no eran afines a ellos, debido a los límites impuestos por extranjeros, quienes se sentaron en sus oficinas en Europa a trazar con regla los límites de territorios que ni siquiera conocían. Si uno sabe eso, no es difícil entender por qué hay tanto desorden político en África y por qué los dictadores son tan comunes. Dictadores que, además, muchas veces han sido elevados y mantenidos en el poder, por los países occidentales e Israel con el propósito de “mantener la estabilidad de la región”. ¿Cuál es la razón de ese apoyo? La Guerra Fría y el miedo al avance del comunismo y de Rusia en el continente africano. EEUU y Europa apoyaron a los dictadores africanos a cambio de que ellos estuvieran de su lado y no del lado ruso, e Israel los apoyó a cambio de protección y apoyo en caso de guerras con Palestina. Hoy ya no tenemos Guerra Fría, pero los problemas raciales y tribales que se produjeron con estas dictaduras, en muchos casos, siguen hasta hoy; pero ahora África ya no es importante para los países occidentales. Solo para China, que a diferencia de EEUU y Europa, ve una gran oportunidad comercial en África.

Este gran número de culturas en África me hizo pensar en América (¿en donde tal vez teníamos un número similar de tribus en 1492??) y en que la única razón por la cual no tenemos los problemas de África es porque los conquistadores mataron a todos los indios. Además, en América Latina hubo una mezcla racial y la independencia de los países Latinoamericanos se produjo por presión social de personas que habían nacido en América y que tenían una visión política más o menos parecida que fue desarrollada a través de 300 años. La situación en África es muy diferente.

La historia nos dice que una vez que terminó la Segunda Guerra Mundial, EEUU era el gran vencedor y podía poner las reglas del juego a los otros países. Habiendo sido ellos mismos una colonia, no estaban de acuerdo con el colonialismo en otras partes del mundo y fue así como los países europeos se vieron obligados a preparar planes para que las colonias fueran independientes. A través del período colonial, diferentes tribus y culturas (con diferentes cultos y religiones) fueron forzadas a vivir en límites geográficos que no eran los normales para ellos y, además, fueron gobernados por extranjeros, quienes tampoco se mezclaron racialmente con los locales. Los locales no tenían participación ciudadana y, por lo tanto, al momento de convertirse en países independientes, no contaban con políticos ni personas capaces de manejar el gobierno.

Esto significó que muchos países, al convertirse en independientes, volvieron a crear un sistema tribal, en donde hay un jefe (poderoso) que toma todas las decisiones, y gobierna asegurando posiciones políticas para todos sus aliados y familiares. Además, tiene que volverse rico rápidamente, porque solo la riqueza asegura que pueda comprar todos los votos que necesite para mantenerse en el poder. En muchos países africanos, además, los europeos al momento de retirarse, nominaron como líder al grupo étnico que a ellos les convenía, el cual, en muchos casos, no era el grupo étnico que la mayoría de los habitantes reconocía como líder legítimo. Obviamente, esto resultó en guerras y genocidios en muchos casos.

Una institución que resulta común en África son las ONGs de ayuda humanitaria, siempre tratando de salvar a África y tratan de convencernos de que África necesita ayuda humanitaria, que tenemos que donar dinero para salvar a los niños hambrientos y que África no podrá salir adelante sin la ayuda de nosotros. Después de este viaje y de haber visto TODAS las escuelas primarias rurales de Zimbabwe (donadas por ONGs) destruidas y abandonadas porque el “Presidente Mugabe no le paga a los profesores”, nos preguntamos si realmente valía la pena construir esas escuelas o no. El beneficio principal puede haber sido para la ONG, que ganó prestigio promocionando el haber abierto una nueva escuela rural para ayudar a los niños pobres de África y puede seguir recolectando fondos. El donante extranjero también está feliz porque ve que con su dinero se construyó un colegio que ayudará a una familia a salir de la pobreza. La verdad es que la construcción de ese colegio no trajo ningún beneficio a los ciudadanos mismos. Incluso los locales, que hayan trabajado en la construcción del colegio, una vez terminado este, regresaron a sus casas de barro a seguir plantando maíz y tabaco para poder sobrevivir. De la misma manera que lo hacen desde hace 36 años, cuando Robert Mugabe se convirtió en presidente de Zimbabwe y decidió que el país es suyo, para hacer con él lo que se le plazca y sin ninguna consideración por los habitantes del país, mientras él pueda seguir siendo rico y estando en el poder. Mugabe tiene hoy 92 años y durante su gobierno han desaparecido 55 Billones de dólares. Su mujer es su sucesora más probable una vez que él muera. Con 36 años en el poder, es el único presidente que dos generaciones de personas han conocido.

Al mismo tiempo, es triste ver como los sudafricanos blancos están sufriendo hoy el apartheid al revés. Algunos años después del triunfo de Nelson Mandela en 1994, el Congreso Nacional Africano (ANC, el partido de Mandela, que sigue en el poder hasta hoy), decidió que, para asegurar su permanencia en el control del gobierno, tenían que mejorar las condiciones de los sudafricanos negros lo más rápido posible. Así es que, por más de 15 años, los sudafricanos blancos han sido discriminados de todos los cargos de trabajo. Hoy en día, la primera prioridad para los trabajos la tienen las mujeres negras con algún tipo de discapacidad. Hoy los blancos están casi imposibilitados de acceder a cargos de jefatura en empresas. La semana pasada, las selecciones de rugby, cricket, atletismo y handball de Sudáfrica, fueron sancionadas por el ministerio de deportes del país a no poder participar en torneos internacionales porque no fueron capaces de incorporar suficientes jugadores negros al equipo y además, nuevamente hay una campaña para cambiar el nombre del equipo de rugby (“Springboks”) a otro que no evoque tiempos de apartheid. A nuestra manera de ver, estas políticas son un error, siguen fomentando el racismo en el país, limitan las posibilidades de desarrollo de las personas capacitadas (sean del color que sean) y fueron obviamente políticas demagógicas que buscan votos fáciles del electorado negro.

Pero en defensa del ANC, ellos no son los únicos que se equivocan. Recordemos a nuestra presidente Michelle Bachelet en su primer gobierno de 2006, cuando anunció como medida de equidad que la mitad de su gabinete de ministros de su gobierno serían mujeres. Rápidamente se dio cuenta que había cometido un error al hacerlo porque la gente que nominó no era la más calificada para el cargo y tuvo que revertir su decisión. Por otro lado, en Chile tampoco somos aún no somos capaces de mirar hacia el futuro y dejar de lado el tiempo de Pinochet, que terminó hace 27 años. En Chile, al igual que en África, es más fácil echarle la culpa de las cosas a personas que ya no están, en lugar de asumir la realidad actual y trabajar para el futuro.

Tratando de aprender más sobre Nelson Mandela, fuimos hasta Robben Island y fue muy interesante saber que esta isla era usada como prisión (incluso leprosario en un tiempo) desde hace 400 años. La experiencia más bonita de ese paseo en bote fue ver un grupo de alrededor de 20 niños, de entre 12 y 13 años, compañeros de curso, de todos los colores, jugando y pasando tiempo juntos. Negros, Blancos, Indios, Asiáticos, niños y niñas. Ellos no ven diferencias de color de piel, sólo ven amigos. Sí hay esperanza de un cambio de mentalidad para las generaciones futuras.

Isabel Allende, nuestra novelista chilena, escribió en uno de sus libros que uno solo podía sentir nostalgia de su propio país. No estoy de acuerdo. Nostalgia es lo que Carsten y yo vamos a sentir hasta que regresemos a África y podamos pasar más tiempo bajo las estrellas, sentados junto a una fogata, escuchando a los grillos, hipopótamos y leones, mientras disfrutamos de un asado y una buena conversación con buenos amigos.

Queremos dar un agradecimiento especial a Ryan, Kirsty, Josh y Zach por dejarnos estar en su casa por tantas semanas y también a Jannie, Jorietha e Isla por ese fin de semana memorable.

Disfruten las fotos y nos mandan una línea para decir qué piensan de ellas.

Claudia & Carsten

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