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Nuestras aventuras por la India

India la misteriosa. India, la impredecible.

Conocer la India fue uno de mis sueños desde que vi “El Libro de la Selva” cuando era niña. La jungla, las panteras, Shere Khan; ¡todos estaban esperando por mí! El viajes místico de Siddharta para convertirse en Buda, los templos y las tradiciones; yo quería conocer todo!

Creo que deberíamos empezar por decir que, para visitar la India, hay que olvidarse de todos los documentales y películas que hayas visto, toda la música que hayas escuchado, toda la comida india que alguna vez hayas probado, porque nada de eso te puede preparar para lo que vas a experimentar una vez que llegues allí. Toma un hondo respiro antes de salir a la calle y escuchar el ruido constante y las bocinas que no dejan de sonar nunca. Como extranjero (sobre todo al ser mujer), debes estar listo para sentirte observado todo el día. Observado de una manera tan incómoda como nunca has sentido antes y que te hará entender por qué muchas mujeres extranjeras se visten con ropa india tratando de pasar un poco más desapercibidas. Debes aceptar que el espacio personal es un concepto inexistente en India. Los olores, hedores, humos y basura mezclados con la humedad y el calor, harán que tus planes de ver 5 monumentos por día, sean rápidamente replanteados a un máximo de dos. Debes prepararte para regatear todo lo que quieras obtener y estar atento a que, sobre todo en las ciudades grandes y los sectores turísticos, todas las personas trabajan en comisión para alguien, con lo cual trataran de cobrarte más o te dan información incorrecta para que vuelvas a hablar con ellos. Cada tuk-tuk, rickshaw o taxi que tomes, es susceptible a re-negociación de precios una vez que llegues a destino; no importa si fijaste el precio cuando te subiste. Tienes que estar preparado con mucha paciencia para hablar con diez personas diferentes para poder entender lo que debes hacer a la hora de hacer un trámite de cualquier tipo. Y, por último, como mujer debes saber que en India tu opinión no cuenta. Las personas hablaran con tu marido y no contigo, a ti ni siquiera te saludarán.

Nuestro viaje a India empezó el 28 de Abril en Nueva Delhi, adonde llegamos después de casi 4 horas en un vuelo desde Sudáfrica, donde casi perdimos nuestra conexión en Johannesburgo. Luego volamos a Paris y desde ahí a Delhi, adonde llegamos tarde en la noche. Nos quedamos cerca del aeropuerto y decidimos quedarnos diez días ahí porque la pieza era limpia, el barrio bueno y tranquilo y la comida estaba bien; así es que tuvimos una “casa” para descansar y ordenar las cosa después de cincuenta días en auto por el sur de África.

En Delhi hicimos viajes por el día hacia el centro de Delhi (hora y media en metro desde donde estábamos) y pudimos visitar Lal Qila (el Fuerte Rojo), Jama Masjid (la Mezquita) y Gurudwara Sisganj Sahib, un templo Sikh en un área antigua de Delhi llamada Chandni Chowk. Otros días fuimos al Akshardham (un templo hindú), Connaught Place (centro), el Memorial de Gandhi (que no es para nada impresionante), el Mercado de Khan y además pasamos varias horas moviéndonos de un lado a otro de la ciudad para ponernos unas vacunas que teníamos pendientes y comprar pasajes de trenes en la estación. Delhi (y la India en general) no es un lugar fácil para moverse porque todo es un trámite y un trámite difícil. Los trenes sí funcionan bien y hay algunos que cumplen los horarios, pero comprar los boletos en la estación es un desafío. Por suerte nosotros pudimos hacer el trámite para comprar todo por internet; no sin antes tener que obtener un número de celular indio. La burocracia es uno de los problemas más notorios de la India. Cuando uno trata de hacer trámites en Chile, muchas veces sientes que te mandan a hablar con muchas personas diferentes, pero en India esto parece ser el procedimiento estándar. No puedes hacer nada sin antes hablar con por lo menos cinco personas diferentes. Es necesario primero para poder entender lo que tienes que hacer y después para chequear que el precio que te están dando es el correcto. Es un proceso bastante agotador.

Es divertido pensar cuales son las cosas que te llaman la atención o que quedan en tu memoria cuando andas de viaje. A mí me llamaba mucho la atención como las mujeres indias siempre andan vestidas con saree (no sari como escribimos en español). Cuando digo siempre, me refiero a siempre. Las mujeres en India trabajan en la construcción (llevando los ladrillos en la cabeza, mientras los hombres hacen el trabajo más liviano de construir), aran el campo, pican rocas o cemento (con una pica) para construir carreteras, etc. Siempre vestidas con su saree. No piensen que todo el mundo en India anda vestido así; obviamente hay ciudades modernas donde la gente se viste igual que uno, se toman su café en Starbucks (que cuesta lo mismo que en Chile, por lo tanto, vale casi diez veces lo que vale una comida en India) y juegan con sus teléfonos. Solamente digo que en general, la gente usa su ropa tradicional para vestirse. En América, esa tradición ya no es tan común y todos nos vestimos casi iguales.

Un gran shock cultural para nosotros fue descubrir los rituales matutinos de las personas. Digamos que cuando uno se levanta y va al baño, va a un baño. En la India pobre no hay baños, así es que la gente sale de su casa para ir a campo abierto y hacen sus necesidades a vista y paciencia de cualquiera que pase, incluidos nosotros en el tren. Es además un encuentro social porque muchas veces hay varias personas que están haciendo sus necesidades juntas y conversando a la vez. Dado que nunca vimos un rollo de papel higiénico al lado de esta gente y son los mismos que después te venden comida en las calles, decidimos que nunca íbamos a comprar comida en la calle y fue una buena decisión, porque a diferencia de muchos turistas, nosotros nunca tuvimos problemas estomacales.

Al mirar a los indios o hablar (o más bien “tratar” de hablar) con ellos, te hace entender que venimos de culturas muy diferentes. En América nosotros somos una mezcla de razas entre los habitantes originales y los inmigrantes. India parece no tener una mezcla de razas. Parecen venir de una raza muy antigua que no ha cambiado a través de los años. Nunca ha habido migraciones a gran escala en la India. El pasado, el presente y el futuro viven en un mismo lugar. Las tradiciones siguen y vienen de tiempos muy antiguos. Casi más importante, las religiones hindú, sikh, musulmana, budista y otras, parecen convivir armónicamente unas con otras; con excepciones obvias como la zona musulmana de Kashmir, frontera con Pakistán, que fue testigo de muchas muertes cuando India declaró su independencia de Inglaterra y posteriormente los musulmanes indios exigieron la creación de Pakistán como estado independiente y forzaron una migración cruzada de millones de personas. Esta paz en el resto del país no puede hacer sido fácil de lograr. No por nada, Nehru dijo que lo más difícil que le tocó hacer en la vida, fue “crear un estado secular en un país religioso”. Gandhi y Nehru sostuvieron siempre que la “India moderna desde permanecer neutral en temas religiosos”.

Terminados nuestros días en Delhi, decidimos viajar hacia el este para visitar Agra y el Taj Mahal. Nos quedamos dos días en Agra para visitar el Taj en la madrugada y fue una visita muy bonita. El área y el monumento son muy bonitos, los alrededores son muy tranquilos y a pesar que hay muchísimos turistas (indios y extranjeros), vale la pena visitarlo. Agra es otra historia y digamos que si se pudiera ir al Taj sin pasar por Agra sería mejor.

Desde Agra comenzamos nuestro viaje por la región de Rajastán y visitamos las ciudades de Jaipur, Udaipur, Pushkar y el Parque Nacional Ranthambore, regresando después a Delhi para tener nuestra segunda dosis de vacunación. Rajastán es una región muy seca y como hemos visto en varios países en nuestro viaje, está pasando por una sequía seria desde hace diez años. Pushkar, por ejemplo, fue antes una zona agrícola, pero hoy ha tenido que reconvertirse al turismo porque los intentos de hacer pozos de hasta 400 metros de profundidad para encontrar agua, no han sido fructíferos.

Ranthambore fue sin duda el lugar que más nos gustó en Rajastán y pudimos ver cuatro tigres durante tres días de visita. Uno de ellos había cazado un ciervo la noche anterior y pudimos verlo comiendo durante varias horas. Un regalo para nosotros que nunca pudimos ver algo similar en África. Fue muy interesante además escuchar que los guías de nuestro tour, eran pobladores de los villorrios que estaban dentro del territorio del parque. Para evitar la caza ilegal de animales, estas personas fueron capacitadas para ser guías y hoy se ganan la vida de esa manera. La única forma de visitar el parque es con una visita guiada con ellos. Aparte de ayudar a los habitantes locales, esto también ayuda a los animales, ya que los indios no son particularmente silenciosos ni respetuosos con los animales ni con nada a su alrededor, así es que declarar visitas libres como ocurre en los parques en África crearía demasiado stress para los animales. Llegamos a Ranthambore en un taxi viajando tres horas desde Jaipur. Tres horas muy largas, donde aprendimos que, si en Chile en una carretera con una pista por lado caben dos autos a la vez, en la India caben tres autos y dos motos en forma simultánea…ese fue casi nuestro único viaje en auto en India.

Después de Ranthambore volvimos a Jaipur para tomar el tren a Udaipur. Es una ciudad divertida de visitar. Está un poco más limpia que otras que vimos, tiene un palacio bien mantenido (lo mantiene la familia del ex - sultán y no el gobierno) y algunas vistas bonitas. Udaipur fue alguna vez declarada como “la ciudad más romántica de India”, no sabemos por qué, tal vez porque fue la locación elegida para filmar “Octopussy”, la pelicula de James Bond, que es una película que muestran aun en la televisión en India y en algunos restaurantes en Udaipur.

Luego de haber viajado por Rajastán durante casi tres semanas, decidimos que habíamos visto suficientes ciudades grandes, desiertos, basura, ruido, contaminación y vacas con seis patas, así es que tomamos la decisión de viajar más hacia el este e ir al Himalaya Indio. ¿Vacas con seis patas? Sí, así es…. uno puede ver los seres más raros del mundo en India. Las vacas son sagradas en India, así es que, si tienes además la suerte que las tuyas nacieron con seis patas en vez de cuatro, es mejor. Así puedes caminar con ella por todo Pushkar y exigir a los turistas que te paguen por cruzarse en frente de la vaca o por haberla mirado. No sabemos si es por la religión hindú o porque el acceso a la salud en India es muy malo, que uno puede encontrar tantas personas con defectos físicos en las calles. Gente con cara de “elefante”, miembros faltantes o sobrantes, todos pidiendo dinero en las calles, sobre todo a los turistas.

Bueno, pero volviendo a nuestra historia, decidimos viajar hacia Darjeeling, la ciudad de donde viene Tenzing Norgay, el Sherpa que subió el Everest por primera vez con Sir Edmund Hilary en 1953. Como el viaje era largo desde Delhi, decidimos hacer una parada de algunos días en Varanasi. Cuando íbamos en el tren hablamos con la familia india que iba al lado nuestro en el vagón y nos dijeron que “Varanasi no es bonito, es una ciudad que tienes que mirar con el alma y no con los ojos”. Para nosotros eso fue como decirnos que íbamos directo a Agra número dos…. afortunadamente, lo que encontramos nos pareció muy diferente.

Varanasi es la ciudad más sagrada para la religión hindú. Todos ellos quieren ser cremados y que sus cenizas sean esparcidas en el Ganges desde allí, porque así está garantizado que puedes alcanzar el “Moskha”. Esto significa que rompes el ciclo de reencarnación y puedes evitar volver a la tierra como un perro, un grillo o un bacilo de Koch en tu próxima vida. Hay creencias interesantes en este proceso de cremación. Creencias como “quien haya sido mordido por una serpiente no necesita ser cremado porque ya está purificado”, “los niños menores de cinco años no necesitan ser cremados porque aún son puros”, “las mujeres embarazadas no necesitan ser cremadas porque el feto las purifica”, etc. En estos tres casos, a las personas se les amarra una piedra pesada en los pies y se les hunde en el río. Las creencias se mezclan con la realidad más dura, de que las mujeres embarazadas no alcanzan a incinerarse completamente en las tres horas asignadas, por lo tanto, para quemar 400 cuerpos al día en Varanasi, no es posible incluir a las embarazadas en el proceso.

Tomamos la buena decisión de quedarnos en un hotel en la zona frente al rio, en Dashashwamegh ghat (los ghats son las escaleras que llevan al rio), que nos permitió ver el rio y estaba lejos del ruido del centro de la ciudad.

Varanasi, al igual que otras ciudades en India, está llena de templos y lugares de adoración y oración. Todos son atendidos por alguien cada día, así es que siempre están adornados con flores y regalos para adorar a los dioses.

Vimos el proceso de cremación desde un bote y fue interesante y extraño a la vez, ver a la vida y a la muerte interactuar de una manera tan natural. Mientras los miembros de la familia transportan el cuerpo del fallecido sobre sus hombros para llevarlo hasta el río a su última ablución, se pueden ver perros y vacas en la zona de cremación (haciendo lo que perros y vacas hacen, sin que a las personas del funeral les preocupe). Simultáneamente, de la cremación de al lado, una persona corre con un fémur semi-incinerado para arrojarlo al río (nuevamente, tres horas no alcanzan a desintegrar el cuerpo completamente), otras personas conversan de forma natural, otras personas lavan su ropa en el río (nosotros esperábamos que no fuera nuestra ropa que habíamos dejado a lavar esa mañana…), y toda la situación parece tan natural como hacer un picnic. A mi obviamente me recordó a la incineración de la mami y los recuerdos vinieron a mí, pero de una manera feliz. La muerte es parte de la vida y al igual que los indios, nosotros estuvimos con nuestra mamá en ese paso también.

Todas las tardes se lleva a cabo la ceremonia de la “Madre Ganges” para agradecer al río por sus bendiciones. Es interesante y muy colorido para ver. Lo disfrutamos mucho. Al día siguiente salimos a caminar a las 5:00 AM para ver despertar a la ciudad y después nos preparamos para seguir el viaje hacia las montañas.

Muchos de ustedes probablemente leyeron nuestro post de Facebook sobre ese viaje, así es que no lo voy a repetir aquí. Digamos solamente que perdimos el tren a New Jalpaiguri (la última estación para llegar a Darjeeling) porque después de un atraso del tren de tres horas, cambiaron además la plataforma del tren sin avisarnos y pasamos nueve horas en la estación de Mughal Sarai, que es un lugar donde uno no querría pasar más de 9 minutos. Si esa noche hubiera habido un aeropuerto internacional cerca de Varanasi, habríamos tomado un taxi y después un avión para viajar a cualquier país bien lejos de la India. Afortunadamente Varanasi no tiene aeropuerto, así es que tuvimos que pelear con la “burrocracia” y comprar otro pasaje. Finalmente, después de 9 horas en la estación, 18 horas en el tren (de muy mala categoría, con gente botando basura y escupiendo en el suelo, personas que se subían a pedir dinero – solo a nosotros dos al parecer – en cada estación, etc) y tres horas en un jeep llegamos a Darjeeling donde pasamos cuatro días recorriendo la ciudad y sacando permisos para ir a Pelling en la región de Sikkim. Se necesita un permiso especial porque es una zona limítrofe entre Bután, Nepal and China (Tíbet).

Nuestras caras se iluminaron cuando caminamos por Darjeeling la mañana después de nuestra llegada. Las montañas verdes, el aire frio, la gente más simpática, todo nos parecía genial. Pasamos dos semanas en Pelling, adonde se puede llegar en un viaje en auto de seis horas desde Darjeeling, y solamente nos dedicamos a descansar, disfrutar las vistas, comer comida nepalí (y no más curry indio), hacer algunas caminatas y visitar algunos templos y ruinas en la zona. Después de esas dos semanas, habíamos decidido que nuestro próximo destino seria Indonesia, así es que partimos en un largo viaje en jeep y tren hacia Calcuta, desde donde volaríamos a nuestro próximo destino.

La experiencia en Calcuta fue mucho mejor de lo que esperábamos. Es claro que esta ciudad fue alguna vez la capital británica de India y que Delhi es una capital más nueva, desordenada y caótica. Visitamos algunos monumentos y fuimos a la casa donde vivió la Madre Teresa; esta visita fue muy interesante. Tengo un amigo que es doctor que no está de acuerdo con el trabajo de la Madre Teresa porque ella recibió muchos fondos y apoyo internacional, pero su foco no era mejorar a los pacientes, “ella solamente se embolsó el dinero y los dejo morir”. Su punto de vista me parecía interesante, pero después de casi dos meses viajando por India, creo que entiendo mejor de que se trataba el fondo del tema de la Madre Teresa.

Los pobres de la India no son como los pobres de occidente. Ellos no son discriminados porque son pobres, sino simplemente por el hecho de existir. Muchos pertenecen a la casta de los “intocables”, la más baja de todas. A ella pertenecen las personas que recogen la basura, que limpian los baños, que limpian las cenizas de los ghats, etc. Una casta que puede “contaminar” a otras castas solamente por tocarlos o si su sombra toca a una casta “superior”. Ese nivel de rechazo, discriminación y abandono no es conocido para nosotros. Son personas que nunca van a poder ser otra cosa porque nunca se les va a dar la oportunidad. Aunque es destacable que hoy en día hay intocables que han llegado a ser ministros y políticos importantes, la elite política y económica del país los sigue mirando y tratando como personas de baja clase. Uno de los intocables que estaba por morir en uno de los hospicios de las Misioneras de la Caridad dijo: “He vivido toda mi vida como un animal en las calles, ahora por lo menos puedo morir como un ángel”. Tristemente para muchas personas esa es su realidad, es lo mejor a lo que pueden optar y la Madre Teresa tuvo el valor de ayudar a esa gente cuando el resto de nosotros no queríamos ni mirarlos.

Haciendo un recuento de todo, nos fuimos de India con muchos recuerdos. Muchos buenos, muchos malos, algunos divertidos, otros que nunca podremos olvidar. Después de visitar Sikkim y Calcuta decidimos que alguna vez en el futuro (no muy cercano probablemente) regresaremos para visitar el sur de India y Sri Lanka. Una de las cosas que nunca olvidaremos, fue nuestra visita a uno de los templos Sikh en Delhi. Singh, una de las personas a cargo, se tomó todo el tiempo del mundo para hacernos una visita guiada por el templo y explicarnos su filosofía. La religión Sikh se deriva del hinduismo, pero es de tiempos más modernos. Es una religión monoteísta que acepta la igualdad entre hombres y mujeres, al contrario de la mayoría de las religiones en India. Las “mandas” que hacen los Sikh, es comprar comida con la cual se alimenta gratis a cualquier persona que vaya pasando por el templo y que lo necesite. Cualquiera, sin discriminación de raza, género, nacionalidad o religión. Durante la visita le preguntamos a Singh si ellos creían en la reencarnación y nos respondió:” No, nosotros no creemos en esas tonterías. Creemos que la vida es una sola, uno viene al mundo para hacer el bien a los demás y no hay tiempo para perder”.

Así es exactamente como nosotros estamos tratando de vivir nuestra vida.

Un abrazo para todos,

Claudia & Carsten

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