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Volvemos a Asia – Japón y Corea del Sur

Después de tres meses en Dinamarca siendo regaloneados por nuestra familia y amigos, llegó el momento de continuar nuestro viaje y decidimos hacer una última parada en Asia y visitar a algunos amigos en Japón. Volamos a Tokio y nuestros amigos nos ayudaron mucho con información sobre los lugares que podíamos visitar y cosas que podíamos hacer durante nuestra estadía. Usamos su casa como base para dejar nuestras cosas y poder viajar por el país en tren sin tener que acarrear tanto equipaje. Nos fueron a buscar al aeropuerto, así es que esa primera noche no nos dimos cuenta lo grande que Tokio es. Esta ciudad y sus alrededores, tienen alrededor de 36 millones de habitantes y es el área metropolitana más grande del mundo. Tokio misma cuenta con 13 millones de habitantes y tiene muchos “centros”, así es que siempre hay un lugar nuevo que visitar. Nuestro primer día en la ciudad fue muy relajado y salimos a caminar por las zonas de Hiroo y Shibuya, además y también visitamos el templo y jardín Meiji que está localizado en esa área. El emperador Meiji fue quien en 1868 comenzó el proceso de restauración el cual unificó a Japón como un país, reemplazando así al sistema de shogunato, en donde el “shogun” era la autoridad a cargo de cada región y el emperador era una figura meramente ornamental. Todas las películas de samuráis que hemos visto en occidente están basadas en los tiempos previos a la restauración Meiji.

Nos tomó muy pocas horas darnos cuenta y quedar sorprendidos con la organización y la limpieza de Japón. El templo Meiji tenía varias secciones y una de ellas era un tradicional jardín japonés. A la entrada del jardín trabajaba un guardia, quien vestido de terno barría la entrada al jardín cada vez que pasaba una persona. Es muy difícil imaginar que algo similar pudiera ocurrir en Chile o en Dinamarca estos días.

Mientras estuvimos en Tokio nos reunimos con amigos de los tiempos de Maersk y visitamos con ellos el Mercado de Tsukiji, el templo de Asakusa y el Palacio Imperial, además de disfrutar de la exquisita cocina japonesa. ¡Ese atún grillado que almorzamos cerca del mes una de las cosas que jamás vamos a olvidar de Japón! Con nuestros anfitriones también visitamos el área de Odaiba – lugar donde tomamos las fotos de la estatua de la libertad – además de varios restaurants de sushi (que son muy baratos en Japón) y vimos la ciudad de noche desde la torre de Ebisu. También hicimos con ellos un viaje al pueblo de Hakone para ver el monte Fuji, que es muy bonito y muy parecido al volcán Osorno.

Algunos días más tarde pudimos apreciar por primera vez lo que se convertiría en una de nuestras mejores experiencias en Japón: los trenes Shinkansen. Estos son los trenes de alta velocidad que cubren la mayor parte del territorio japonés y convierten los viajes en una experiencia inolvidable. Para un extranjero es muy barato y fácil comprar pases de 7, 14 o 21 días y usar los trenes todas las veces que sea necesario, así es que compramos un pase de 21 días y tratamos de visitar lo más que fuera posible.

Nuestro primer destino fue la ciudad de Nagano, o más precisamente el parque de los monos de nieve de Jigokudani que se ubica en las afueras de la ciudad, que yo había querido ver por muchos años desde que vi las fotos en algún National Geographic. Llegamos temprano a la estación central de Tokio y encontrar el tren fue muy fácil. Obviamente el tren llegó a la hora exacta y fue la primera vez que pudimos ver el ritual de limpieza de los trenes. Cada tren Shinkansen que llega a Tokio es esperado por dos personas de limpieza por vagón. Cuando las puertas se abren, estas personas hacen una reverencia a cada pasajero que baja del tren, posteriormente entran a los vagones y rápidamente giran los asientos, limpian el piso y los asientos, reemplazan las cabeceras de los asientos, botan la basura y limpian los baños. Este proceso no demora más de 10 minutos y cuando uno entra, el vagón se ve y huele limpio. Por supuesto ayuda mucho el que los japoneses son extraordinariamente respetuosos entre ellos y mantienen siempre limpios los espacios comunes. Nunca vas a encontrar papeles, colillas de cigarrillo o basura si caminas por las calles en cualquier ciudad de Japón. Todo parece haber sido limpiado recién, y lo mismo ocurre con los trenes. Nunca vas a ver a un japonés dejando su basura en el tren o molestando a otras personas con ruidos o conversaciones en alta voz. Existe un vagón especial para que las personas vayan a hablar por teléfono si lo necesitan; los vagones de viaje son zonas estrictas de silencio o baja voz. No podíamos dejar de pensar qué maravilloso sería si mostráramos ese mismo nivel de respeto en nuestros países, en lugar de nuestro sistema de ensuciar todo y dejar que otros limpien por nosotros.

En nuestros primeros días en Tokio nos llamó mucho la atención lo educados que son los niños japoneses en general. Cuando le mencionamos esto a nuestros anfitriones y a nuestros amigos japoneses, nos dijeron que la razón de esto es el estricto sistema educacional y social al que están sometidos. Nuestro anfitrión, danés, lo explicó diciéndonos “en Japón tú no puedes ser diferente de los demás, porque lo importante es mantener el balance y la armonía del grupo. Ningún japonés se atreve a destacarse en un grupo, ni de forma positiva ni negativa porque si lo hace, el grupo rápidamente lo pone en su lugar.” Entonces, si un niño no se porta bien y hace escándalos o ruidos molestos en un lugar público, como es común en los niños occidentales de hoy, cualquier persona tiene derecho a retarlo y a decirle u obligarlo a que se comporte. Esto sería motivo de pelea en nuestra sociedad occidental porque ningún padre aceptaría que alguien más le diera reprimendas a su hijo. Este código de conducta también explica muchos aspectos de Japón, como por ejemplo por qué las empresas japonesas trabajan tan diferente a las empresas occidentales. En occidente nuestro objetivo es “lograr la meta” sin importar qué pase y a las personas se las mide por ese objetivo. En empresas japonesas lo que importa es el “proceso” y el mejoramiento continuo del equipo de trabajo como un todo. Entonces, la basura en las calles o los ruidos molestos “perturban la armonía de la sociedad” y es por eso que no son tolerados. Sería interesante si muchas personas en nuestros países pensaran de esa manera también en lugar de encerrarnos en un mundo cada vez más individualista.

Algo que nos llamó mucho la atención es la tradición de comprar “comida rápida” para llevar en los trenes. Esta comida es vendida en todas las estaciones y vienen en cajas que se llaman “Bento”. A diferencia de nuestra comida rápida, esta es comida de verdad. Son platos tradicionales, típicos de cada región, sabrosos, frescos y que se comen fríos. Cada estación tiene su propia selección porque varían según la región donde estés viajando. A nosotros nos encantó y los compramos cada vez que viajamos en tren.

La visita al parque de los monos fue muy buena. El área donde está el parque es montañosa y para llegar donde están los monos hay que caminar a través de un bosque muy bonito. La piscina de los monos no es natural, sino que fue construida por un hotel cercano que veía sus propias piscinas termales invadidas por los monos cada vez que llegaba el invierno. La solución fue construir una piscina para los monos en el valle donde ellos viven. Tuvimos mucha suerte de poder ver a los monos dentro del agua, porque solo entran cuando hace mucho frío o cuando está nevando y el día en que fuimos nosotros no hacía demasiado frío.

Nuestro segundo viaje en Shinkansen fue al día siguiente, nuevamente desde la estación central de Tokio, y fuimos hacia Gala Yuzawa que es un área de esquí muy popular entre los habitantes de Tokio ya que es de muy fácil acceso con el tren. Cuando te bajas en la estación de Gala Yuzawa, después de un viaje de 90 minutos desde el centro de Tokio, subes las escaleras y llegas al lugar donde puedes arrendar equipo, comprar tickets y tomar el teleférico para subir a las pistas. Fue un día genial, con mucho sol y nieve excelente. Las pistas están a sólo 1.000 metros de altura y a pesar que ya estábamos a principios de marzo, aún había 3 metros de nieve caída. Japón es uno de los lugares en donde cae más nieve en todo el mundo y algunas áreas de esquí en la isla de Hokkaido reciben más de 10 metros de nieve cada año. Nuestros tres a cinco metros de nieve en Valle Nevado palidecen en comparación y no es sorpresa que la temporada de esquí en Chile sea tan corta.

Después de estos viajes por el día, hicimos un viaje más largo y fuimos a conocer Kioto, la “esencia” de Japón por llamarlo de alguna manera. Esta es la ciudad donde puedes ver las geishas, los templos y los bosques de bambú. Kioto es una de las pocas ciudades de Japón que no quedaron completamente destruidas después de la segunda guerra mundial y la mayoría de los edificios antiguos aún siguen de pie. Visitamos muchos palacios, el templo de Inari y el bosque de bambú de Arashiyama. Kioto no es muy grande y es posible caminar por todos lados, pero son caminatas largas y anduvimos más o menos 15 km diarios. También tomamos un tren local para poder llegar al templo de Kinkakuji, visitamos el mercado de Nishiki y probamos la comida local. Siempre hemos sido grandes entusiastas de la comida japonesa y tener la oportunidad de probar platos japoneses tradicionales fue una experiencia genial. En occidente solamente conocemos el sushi y algunos otros platos, pero la cantidad de sabores y preparaciones que tiene la comida japonesa es enorme y es muy barato si lo comparas con otros países del mundo. Todo es, además, preparado y servido con tal dedicación y cuidado que convierten una comida en una experiencia inolvidable. El servicio tiene un nivel completamente diferente en Asia en general, pero Japón es, sin duda, el lugar que tiene el mejor servicio en Asia. Otra cosa que podríamos aprender en occidente y sobretodo en Chile.

Al terminar el viaje a Kioto teníamos que planear qué hacer con el resto de los días y como quedamos enamorados del esquí en Gala Yuzawa, decidimos cambiar nuestro plan original y probar alguna otra zona de esquí. Hokkaido era difícil de acceder solamente por tren, así es que decidimos visitar Zao Onsen, que se ubica alrededor de 100 km al norte de Fukushima. ”Onsen” significa termas en japonés y antes que los baños termales fueran famosos en occidente, los japoneses ya tenían todo armado en su país. Hoy en día en occidente los baños termales se han convertido en una experiencia de “spa”, que es cara y donde uno debe pagar por todo. Por el contrario, un onsen japonés es barato, cuesta cerca de JPY 600 (USD 5) por persona y hay muchos que son públicos. Dada la estricta educación y respeto hacia los demás que demuestran los japoneses, son un agrado de visitar. Nuevamente, todo está limpio, la gente es respetuosa de los demás y no tienes que preocuparte de que alguien vaya a robar tus pertenencias. La mayoría de los onsen tienen secciones separadas para hombres y mujeres porque uno debe entrar al onsen completamente desnudo. Pasamos dos noches en Zao Onsen y lo disfrutamos mucho. El esquí fue un poco difícil porque el clima estaba muy malo y tuvimos temperaturas de -18C, así es que fue más difícil que en Gala Yuzawa, pero lo disfrutamos igual.

Zao Onsen fue nuestro último viaje usando Tokio como base. Durante el resto de nuestro viaje tuvimos que acarrear todas nuestras pertenencias. Seguimos viaje en tren hacia el sur y nuestros próximos destinos fueron Hiroshima, Nagasaki, Kagoshima y Naha en la isla de Okinawa.

Hiroshima y Nagasaki merecen una mención especial en este relato porque para nosotros fueron visitas sumamente emotivas e impactantes. Estar en esos lugares y poder revivir los hechos, la historia, fotografías, películas y relatos de esos días fue una experiencia muy profunda. A finales del 1800 Japón era un imperio muy poderoso y estaban embarcados en un plan de conquistar todos los rincones de Asia con el objetivo de asegurar su acceso a diversas materias primas con las cuales ellos no contaban, especialmente el petróleo. Luego de la restauración Meiji Japón entró en guerra con China para lograr la ocupación de Corea. Japón ganó esta guerra y China tuvo que entregar los territorios de Corea, Taiwán y la provincia china de Liaoning. Los japoneses impusieron una represión enorme en los territorios ocupados, que fueron recién liberados cuando Japón fue derrotado en la segunda guerra mundial. Las cicatrices de esta invasión son muy profundas y especialmente duras en Corea, en donde los ciudadanos debieron dejar de hablar coreano, las mujeres fueron utilizadas como “mujeres de consuelo” de los soldados japoneses, etc.

Pensamos que es muy difícil juzgar si el haber lanzado las bombas atómicas fue la decisión correcta o no. Tuvo el efecto esperado de lograr la rendición de Japón y terminar con la guerra, además de salvar la vida de muchos soldados. Sin embargo, más de 200.000 personas – especialmente mujeres y niños - que vivían en las ciudades alcanzadas por las bombas sufrieron heridas, muerte y un sufrimiento horrible. Ambas bombas fueron deliberadamente lanzadas en zonas urbanas y en horarios de trabajo, para que los gobiernos de los países aliados pudieran investigar cual era el efecto de las bombas atómicas en las personas. Ese fue el gran objetivo al lanzarlas. Después de haber leído todas las historias de los días en que las bombas fueron arrojadas, es fácil entender por qué Japón es un defensor acérrimo del término de la posesión y el uso de las bombas nucleares. Ellos son el único país que realmente sabe el efecto que las bombas atómicas pueden tener. Pensamos que una visita a los museos de Hiroshima y Nagasaki debería ser un viaje obligado para los políticos que participen de este tipo de decisiones, para que puedan pensarlo dos veces antes de hablar de manera tan liviana e irresponsable sobre el uso de estas armas.

Después de la guerra, la corte suprema de Japón dictaminó que el emperador y el gobierno fueron los únicos responsables de haber perdido la guerra y de todas las calamidades que se desataron sobre el pueblo japonés. Al terminar la guerra las fuerzas aliadas ocuparon Japón hasta 1952. El general MacArthur fue nombrado comandante supremo de las fuerzas aliadas y se convirtió en el regidor de-facto de Japón. El pueblo japonés aún lo recuerda con mucho respeto por haberle perdonado la vida al emperador. MacArthur se dio cuenta que matar al emperador haría que el control de Japón fuera más difícil, así es que decidió usarlo para mantener la unidad del pueblo japonés y lograr la paz. Terminada la segunda guerra mundial, occidente se abocó rápidamente a la Guerra Fría y EE.UU. necesitó de aliados en Asia para mantener a raya el comunismo en esa zona. Japón y Corea fueron los países elegidos y se vieron beneficiados con grandes aportes tecnológicos y monetarios por parte de EE.UU. y es la gran razón de por qué estos dos países lograron avances económicos tan importantes en los años siguientes. Sin embargo, por moderno e innovador que nos haya parecido el Japón de los años 70s y 80s, hoy el país parece haberse quedado atrás en términos de tecnología y progreso. Japón es extremadamente tradicional en todos los aspectos y no parece un país muy futurista en general. Nos sorprendió por ejemplo que en lugares como Zao Onsen, o Tokio, lugares donde las temperaturas llegan fácilmente bajo los 0C, no existe la calefacción central. Nos dijeron que en Tokio existe un grupo de empresas constructoras que se reparten los proyectos y construyen lo más barato posible; además las construcciones se hacen de nuevo cada 30 años aproximadamente.

Siguiendo hacia el sur, paramos en Kagoshima para poder tomar el ferry hacia la ciudad de Naha en la isla de Okinawa. Hiroshima y Naha fueron los únicos lugares donde tomamos taxis para ir de la estación de trenes a los hoteles. Esto fue una experiencia como la de la película “Perdidos en Tokio”. Moverse en tren en Japón es muy fácil, pero los japoneses en general no hablan inglés, así es que tratar de comunicarse con un taxista para poder explicarle hacia dónde quieres ir no es una experiencia fácil. Naha fue la peor de estas experiencias con taxis y después de pasar 15 minutos yendo en dirección contraria hacia donde debíamos dirigirnos, decidimos bajarnos del taxi y llamar al anfitrión de Airbnb para que él nos llamara un taxi que nos llevara a su lugar.

Naha no nos impresionó mucho porque es muy turístico. Igual que muchos lugares en Asia, los turistas chinos están por todos lados, y como les comentamos en el blog anterior de Asia, no son los turistas más simpáticos ya que siempre son ruidosos, te chocan, se cruzan por delante cuando tomas una foto, etc. Okinawa tiene un clima tropical y sin haber estado ahí, pensamos que tal vez es parecido a las ciudades en Hawái. Es básicamente un lugar turístico para los más de 50.000 soldados estadounidenses que hay estacionados en la isla. Tuvimos una buena estadía en Naha y disfrutamos algunos días tranquilos, a la vez que nos preparamos para el resto del viaje. Tuvimos una experiencia divertida una noche que fuimos a cenar a un restaurant local. No había espacio en el local, así es que un grupo de músicos nos dio espacio en su mesa y fue una experiencia bien divertida el escucharlos cantar y tocar sus instrumentos, además de tomarse hasta el agua del florero y querer que nosotros la tomáramos con ellos.

Nos despedimos de Japón en Naha y a pesar de haber salido con tiempo para llegar al aeropuerto horas antes de la salida del avión, nuevamente fue una experiencia de “Perdidos en Tokio” el lograr encontrar el terminal, la puerta de embarque, etc. Por suerte no perdimos el vuelo.

Así fue que dejamos el hermoso, ordenado, organizado y amistoso Japón para llegar a Corea del Sur alrededor de las 16:30 PM. Tal vez porque en Tokio no tomamos ningún transporte sino que nos fueron a buscar al aeropuerto, no nos dimos cuenta de lo grande que Tokio es. En Seúl nos dimos cuenta de inmediato porque nos demoramos dos horas y media en llegar desde el aeropuerto hasta nuestro departamento que estaba ubicado en el sector de Gangnam; que es bastante central, así es que fue fácil movernos los días siguientes.

Seúl, al contrario de Japón, nos pareció muy “chino”, en el sentido que los edificios de departamentos son iguales a los que se ven en las grandes ciudades chinas, se veían pocos árboles y todo seco (por ser invierno) además que la actitud de la gente es muy similar a la de los chinos y muy diferente a la de los japoneses. La gente escupe en las calles, habla fuerte, choca contigo sin pedirte perdón, tienen caras serias, tienen malos modales, etc. Debo decir que los primeros días que caminamos por Seúl echamos mucho de menos Japón.

Muchos edificios históricos en Corea del Sur se parecen mucho a las construcciones japonesas, con la única excepción del estilo de decoración. La comida, por otro lado, es muy diferente y nos pareció bastante menos variada y un poco fome. Visitamos uno de los palacios más famosos de Seúl y debido a que era invierno, y todos los árboles estaban secos o sin hojas, nos pareció un lugar bastante aburrido. Los jardines japoneses están diseñados de manera tal que tienen árboles perennes, entonces tienes árboles y vegetación que ver aunque sea invierno. En Seúl no.

Nos sorprendió eso sí, conocer varias personas que sabían hablar algo de español y algunos que trataron de practicar con nosotros cuando les dijimos que veníamos de Chile. Al igual que nos sucedió muchas veces en este viaje, los coreanos que habían viajado a Sudamérica habían ido a Perú, Argentina, Brasil o Ecuador, pero ninguno había venido a Chile. Básicamente porque Chile está demasiado caro y porque los chilenos no hacemos suficiente marketing promocional de nuestro país en otros países.

En Seúl también visitamos un museo de guerra, pero a pesar de que era bastante grande y tenía muchas cosas interesantes, la muestra era difícil de seguir porque no tenía una historia cronológica muy clara. Lo más interesante de nuestro viaje a Seúl fue la visita a la zona desmilitarizada que divide Corea del Norte de Corea del Sur. Salimos de Seúl temprano en la mañana y pasamos primero por el campamento Bonifas, donde viven los soldados y donde pudimos ver la sala de reuniones donde los oficiales de Corea del Norte y del Sur tienen sus reuniones. Estuvimos en Corea del Norte por unos minutos mientras estábamos en esa habitación.

Al perder la segunda Guerra mundial, Japón fue forzado a devolver todos los territorios ocupados en Asia, así es que tuvieron que irse de Corea. Sin embargo, Japón no solamente estaba peleando la guerra contra los aliados, sino también contra Rusia, que “convenientemente” les declaró la guerra tres días después del bombardeo de Hiroshima. Así es que Japón en realidad perdió dos guerras en 1945. Rusia entonces “liberó” Corea desde el paralelo 38 hacia el norte y EE.UU. liberó Corea del paralelo 38 hacia el sur. Dado que ambos países tenían ideologías distintas (comunismo y capitalismo) para gobernar Corea, no llegaron a ningún acuerdo y decidieron dividir el país en dos. El norte sería gobernado por Kim Il Sung (abuelo del gobernante actual de Corea del Norte) y apoyado por los rusos y los chinos, mientras que Corea del Sur sería gobernada por el presidente Syngman Rhee y apoyada por la ONU.

Kim Il Sung intentó por años conseguir el apoyo de Mao y de Stalin para invadir Corea del Sur y cuando finalmente logró ese apoyo, invadió y comenzó así la guerra de Corea. En ese tiempo Corea de Sur era muy pobre y no tenía fuerzas armadas ni infraestructura, así es que un comando de 13 países de las Naciones Unidas envió sus tropas y apoyo para pelear contra Corea del Norte. Entre ellos había un barco médico enviado por Dinamarca (Jutlandia). La guerra duró tres años, entre 1950 y 1953 y terminó con un armisticio negociado entre el comando de las Naciones Unidas, el ejército de Corea del Norte y el ejército chino; sin incluir a nadie de Corea del Sur. Ningún tratado de paz entre las dos Coreas ha sido firmado y desde que se firmó el armisticio ha habido múltiples intentos de agresión por parte de Corea del Norte. Uno de los últimos lo pudimos ver nosotros mismos en televisión cuando esperábamos el ferry para a Naha (en Japón) y Corea del Norte lanzó un misil de prueba cerca de la costa de Japón.

Me sorprendió mucho cuando supe que Colombia fue uno de los países sudamericanos que participó en la Guerra de Corea. Sin embargo, me sorprendió aún más cuando leí que mientras Chile y otros países latinoamericanos enviaron apoyo financiero de Corea, del orden de los USD 250.000 por país, el Vaticano envió solo USD 10.000 de ayuda a Corea. Supongo que para el Vaticano no vale la pena invertir en países donde no hay personas que se puedan convertir al catolicismo.

Hoy, las dos Coreas ansían una reconciliación ya que muchas familias fueron separadas al dividirse el país, al igual que sucedió en Alemania. Lo poco que pudimos ver de Corea del Norte fueron cerros pelados que ya no tienen ningún árbol (dicen que todos fueron usados como calefacción), un asta de bandera de 160 metros de alto con una bandera enorme que pesa alrededor de 300 kilos y pudimos escuchar la propaganda constante que se transmite por los altoparlantes. Tocan música y canciones de propaganda destinadas a convencer a los pocos coreanos del sur que viven en las cercanías, a desertar hacia Corea del Norte ya que allí se puede “vivir en el paraíso”. Hasta ahora no hemos sabido nunca de nadie que quiera irse hacia Corea del Norte, sólo de norcoreanos que han querido escapar hacia el sur, así es que pensamos que su paraíso no debe ser tan fantástico. Tuvimos la oportunidad de caminar a través del “Tercer túnel de infiltración” que fue descubierto en 1978. Corea del Norte construyó este túnel para entrar a Corea del Sur y tiene 1.635 metros de largo y 2 metros de alto. Le tomó a los surcoreanos tres años encontrarlo.

En nuestra última noche en Seúl cenamos en un restaurant bien rico que estaba cerca de nuestro departamento y nos preparamos para el largo viaje que nos llevaría hacia los Estados Unidos y más cerca de Chile.

Disfrutamos mucho de este viaje a Japón, aprendimos muchas cosas y descubrimos una sociedad muy interesante y diferente a la nuestra, de la cual hay muchas cosas buenas que rescatar. Esperamos poder volver alguna vez en el futuro y lograr explorar otros lugares que por tiempo no pudimos conocer esta vez.

Queremos darle las gracias a Hans Peter, Carina, Isabella y Olivia por recibirnos en su casa y pasar tiempo con nosotros. También a Yan-san y a Moto por tomarse el tiempo para estar con nosotros y mostrarnos Tokio. ¡Volveremos!

Un gran abrazo

Claudia and Carsten.

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